martes, 6 de diciembre de 2011

Capítulo 17.- Tierras alemanas (PARTE II)

 Al día siguiente, tenía un mal cuerpo increíble. Me miré al espejo y me quedé perpleja mirando la cara tan asquerosa con la que me había levantado aquella mañana. Todavía era pronto, lo que me daba tiempo ha hacer todo con calma. Me arreglé en general tras una larga ducha de media hora. Hoy íbamos a terminar de ver Essen y ha empezar con Mülheim. Bajé al bar de al lado y pedí un café bien cargado, no tenía hambre, sólo con una resaca impresionante. Después de tomarme el café, me quedé en la entrada del hotel, en un sillón sentada. Eran más cómodos de lo que parecían. Cogí una revista sin darme cuenta de que estaban todas en alemán. Al cabo de cinco minutos, ahí estaba él, puntual como siempre. Le sorprendió el no esperar aquel día, el que por una vez, saliésemos nada más entrar él.
Me llevo a un "parquecito" según su teoría de parques alemanes, un parquecito para mi era hierba con cuatro columpios, no un lago enorme, con rutas para andar, pasear al perro etcétera. Era un parque increíble y muy bien cuidado. Las copas de los árboles parecían formar parte del cielo, ya que las copas de los árboles eran similares a nubes de diferentes tonos verdes. Nos sentamos en un banco después de ir al  starbucks de al lado. Estuvimos hablando de la noche anterior, intentando recordar todo lo que nos habíamos metido al cuerpo. Yo tampoco había bebido tanto como para pillarme una borrachera de tal calibre, pero al parecer, las cervezas pegaban más fuerte de lo que yo imaginaba. Cuando me quise dar cuenta, ya me había terminado el café con leche. Nos levantamos y nos fuimos a terminar de ver Essen, por lo visto, Mülheim no era tanto como me habían contado, no tenía más que aquel parque y un centro comercial con el precio por las nubes. Cogió el móvil y llamó a un amigo suyo para que nos llevara a Villa Hugel.
Estábamos llegando y lo único que podía ver eran paisajes verdes y rosas.  Cuando paramos en la entrada, pensaba que era sólo campo, pero, poco a poco, se podía divisar aquella mansión blanca de piedra, rodeada de jardines verdes y monumentos color plata. Centenares de coches rellenaban el aparcamiento de la derecha al igual que el de la izquierda. Lo que más destacaba de la fachada eran los ventanales con cristaleras de colores claros y vivos, con formas medievales de contorno negro. La puerta principal, era verde caqui de metal: muy, muy pesada, la que estaba gobernada por dos guardias vestidos de militar. Para pasar a la pueta de atrás, tenías que atravesar dos rosales unidos por las puntas que formaban un arco. La fachada era prácticamente igual que a la de alante, con la diferencia de que en esta, había veintidós escaleras para poder acceder a la puerta, en vez de haber un parking, era un campo en el que varias parejas estaban tumbados o besándose. Después de ver el exterior, entramos a ver que había. Era una exposición de fábricas Krupp, una familia alemana que se relacionaron estrechamente con todos los gobernantes alemanes desde Guillermo I hasta Konrad Adenauer. Era una fábrica de armas que protagonizaron las guerras europeas desde 1866 a 1945 por lo que la sala estaba principalmente equipada por cañones y maquetas de barcos. Nos fuimos a dar un paseo por los jardines. Había otra "casita", y ,a cien metros de ella, una estatua de un caballo hecha de hierro. Estar allí, daba una sensación de libertad increíble.
Después de tirarnos mas de dos horas andando, nos fuimos de Villa Hügel para poder irnos a cenar. Nos fuimos a cenar a un turco. Era la primera vez que comía un dolma. Era algo que rellenaban con carne o con verdura. El que está con carne se sirve caliente, con yogur y con orégano y pimentón. La verdad, no estaba mal.
Al terminar de cenar, nos fuimos a tomar algo, no tanta cantidad  como el otro día, estaba claro.
Al llegar al hotel, encendí el móvil por primera vez en tres días. Ya ni me acordaba de que tenía novio. Cuando cogió la suficiente cobertura para poder mostrar todos los sms y llamadas perdidas, el móvil empezó a sonar y vibrar como loco.

viernes, 21 de octubre de 2011

Capítulo 16.- Tierras alemanas (PARTE I)

Se llegaron las doce del mediodía y la alarma no había sonado aun. Me llamaron de recepción diciéndome que me buscaban. Pregunté el nombre y cuando me dijeron el nombre de aquel chaval que me ayudó a llegar al hotel, abrí los ojos y me levanté corriendo hacia el baño para ducharme y vestirme.
Bajé a recepción con prisa. Le dediqué una sonrisa cuando le vi y me miró. Él me la devolvió. Salimos juntos por la puerta y decidimos coger un autobús. La parada pillaba a veinte metros de allí. Fuimos a Essen.
Un lugar con muchísimos parques, sobretodo verdes. Después de ver toda la contaminación de España, en especial la de las ciudades grandes. Cada paso que daba hacía mil fotos. Había tantas cosas que fotografiar y desde tantos puntos de vista. Fuimos al Grugapark. Era un parque lleno de flores, animales, puestos de salchichas alemanas y un trenecito que te daba una vuelta por todo el parque para que no te perdieras nada. Sabían como destacar las flores y también los colores, para que te fijaras en cada una de ellas. Si alzabas la vista hacia la derecha podías ver tulipanes de todos los colores. Cuando se llegó la hora de comer buscamos un Burguer King, McDonals o Pans&Company. Andamos durante una larga hora, y lo único que encontramos fue un McDonals que estaba en un centro comercial y si se puede llamar así, sólo había restaurantes, juegos recreativos y un par de tiendas. Lo que más me llamó la atención es que todos los animales de compañía que puedas imaginar estaban rondando por ahí como Pedro por su casa con su dueño. Increíble. Después de comer, nos fuimos a un bar a tomarnos algo, prefería tomarme una Coca-Cola, las cervezas, eran demasiado grandes y no tenía muchas ganas de andar por Alemania con la "chispilla". Después de visitar el Gruga Park fuimos a mi hotel donde quedamos por la noche para tomarnos un algo con unos amigos. Quién iba a saber que eso se convertiría en costumbre. No sabía que ponerme no hacía más que preguntarme una cosa: ¿dónde vamos a ir? Con lo cual, le llamé. Me dijo que era día lectivo, que me pusiera cómoda. Algo es algo. Se llegaron las diez y el ya estaba esperándome en la puerta de mi habitación. Él prefirió coger un taxi, lo que suponía borrachera asegurada. Llegamos a un "Cocktail Bar mit Shisha". No sé cuantos grados tenían las cervezas, o mejor dicho jarras. Nos metimos al cuerpo auténticas jarras de cerveza aquella noche. Prefiero no engañarme, no me acuerdo de nada. Nada. Me acuerdo de que a mitad de la noche me tuve que levantar al baño a vomitar. Me acosté y en unos instantes me quedé dormida.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Capítulo 15.- Cambio de aires.

Pasaron tres meses y las cosas se iban calmando a medida que pasaba el tiempo. Yo, ya pasaba de todos aquellos comentarios que hacía la gente cuando pasaba por su lado. No tenían ni la menor idea de como lo había pasado, pero hablaban igualmente. En todo este tiempo he aprendido a pasar, a que me entre por un oído y me salga por otro, y a pasarlo bien, total, voy a tener este peso toda la vida, no voy a poder cambiar nada.
Estuve bastante tiempo sin salir de casa y si salía, nunca conseguía pasármelo bien.
Se llegaban las vacaciones, y no tenía sentido seguir mal, había que disfrutar de cada momento de aquellos meses. Y pensé que sería bueno hacer algún viaje, aun que no fuese durante mucho tiempo, medio mes más o menos, total, era simplemente para despejarme durante un tiempo y practicar mi inglés.
Busqué en Internet un billete barato para poder pagármelo yo sola y que mi madre no andase pendiente. Encontré uno bastante barato a Düsseldorf (Alemania). Antes de comprar nada, le llamé a él, para que me acompañara. Me respondió con un simple no, parecía enfadado. Empezamos a discutir, aun que no sabía muy bien por qué. Colgué. Después de todo lo que me había pasado no tenía ganas de que un pelele me amargara la existencia. Hice clic en comprar. Saqué la maleta del trastero y empecé a llenarla. Cogí lo primero que pillé, estaba enfadada tras la discusión anterior. Cuando me quise dar cuenta, la maleta estaba lo suficientemente llena como para no meter más ropa y meter regalos.
Cada día que pasaba más se acercaba el día de irme. Fueron tres días en el que no hablé con nadie, ni siquiera con el para arreglar algo. Llegó el esperado día, además era la primera vez que viajaba sola y estaba un poco nerviosa.
Llegué al aeropuerto y no sé quién fue exactamente quién me ayudo a llegar a la puerta de embarque; si mis pies que tenían ganas de pisar suelo alemán o mi cabeza que sabía todo lo que tenía que hacer.
Llegó un chaval, de más o menos mi misma edad y se sentó a mi lado. Puede que fuese mayor, no estaba segura. Creía que no se iba a retrasar, pero me equivocaba, se retrasó dos horas. Pero tampoco me importó,  ya que aquel chico que se sentó a mi lado me empezó ha hablar y así pasamos el rato. Me contó, que él también iba a Düsseldorf y que estaba en una casa que estaba al lado de mi hotel. Al final llegó la azafata y nos dijo que podíamos ir yendo hacia el avión. Lo malo de montar al avión fue que no le tocó a mi lado. Me tocó al lado de una chica de más o menos 17 años que no paraba de decir: " Estamos en una salchicha voladora." Mientras que ella acababa con mi paciencia, yo veía Padre de Familia en el ordenador. cuando vi uno o dos capítulos, le apagué.
Al cabo de un par de horas, el piloto empezó ha hablar y en resumen, no eran buenas noticias, el aeropuerto de Düsseldorf había cerrado y nos tenían que dejar en el más cercano; el de Colonia. Así iban las cosas: Nos dejaban en otro aeropuerto y no sabía alemán. Salimos del avión. Hacía un frío increíble. Me alcanzó al tiempo de ir a por las maletas. Estuvimos hablando de todo, incluso de qué poder hacer para llegar a Düsseldorf.  Me dio su número de teléfono. Cuando me dijo que el sabía hablar alemán, me salvó la vida. 
Decidimos coger un autobús. Y cómo no, estuvimos todo el camino hablando. Nunca imaginé, que un chaval que acababa de conocer me podría caer tan bien. Al final llegamos a Düsseldorf después de unos cincuenta minutos de camino aproximadamente. Al final, para llegar al Best Western Ambassador cogimos un taxi entre los dos, ya que el se hospedaba en la misma calle. Llegamos, todavía no me lo creía. Quedamos para el día siguiente ir a visitar Essen. 
Saludé al de recepción, pero en inglés, está claro. Me dio la llave de la habitación y subí en el ascensor. Cuando abrí la puerta lo primero que hice fue llamar a mi madre para que supiese que había llegado y lo segundo, quitarme la ropa, ponerme el pijama y tirarme en la cama agotada. Apagué la luz y me metí en la cama.

domingo, 3 de julio de 2011

Capítulo 14.- Agonía.

Llegó el día, el día que nunca creía que llegaría. El entierro de mi padre. No sé si a mi padre le hubiese gustado que llevase luto, pero con mi edad, aun que era mi padre, no nos llegamos a conocer. Toda mi vida no ha sido suficiente y ahora me arrepiento más que nunca de haberle chillado tantas veces por tonterías de niña pequeña. Se me encharcaron los ojos.Abrí el armario y tenía una camiseta que él me regaló, negra, me venía bien para la ocasión. Puse música, la primera que pillé: Donde Duele Inspira (Flowkloriko).
Parecía un viuda, pero bueno, era el entierro de mi padre, no iba a ir de verde pistacho. Vino mi madre, con el alma en el suelo.
-Tenemos que salir ya...
-Vale mamá.
Estuve sonámbula durante todo el entierro, no derramé ni una sola lágrima. Pero  hpero intenté hacerme la fuerte, para que mi madre no sufriera más de lo que estaba sufriendo. Siempre fue mi padre el que me dijo "Cada dos pasos que avances uno harán que retrocedas." ahí fue cuando me di cuenta de lo bien que había estado hace dos días, con ilusiones y amor y al cabo de cuarenta y ocho horas lo único que me encuentro es soledad y muerte. Aun que siempre me dijo mi madre que las malas épocas vienen y van y que no siempre se está bien ni nunca se está mal.
Volvimos a casa. Subí al desván y allí encontré mi vieja guitarra española. Estaba muy desafinada, pero todavía me acordaba de algunas canciones que me gustaban como la de Sonríe Cuando Puedas Llora Cuando Lo Necesites (Chojin) o Mamá Me Dijo (ZPU). Estaba metida en una agonía, de la que no saldría hasta que no saliese de ese vacío que tenía en el cuerpo y en el que me metí por todo lo que pasó.
Me desplomé en la cama lanzando un suspiro al aire. No tenía ganas de nada así que apagué el móvil. Me tiré media tarde mirando al techo en busca de alguna solución. ¿Qué solución iba a encontrar? mi padre se había muerto, no podía clonarle y ni mucho menos hacer que resucitara. Me levanté de la cama y le pegué un  guantazo al armario. - ¡joder!- grité de rabia al ver que no podía hacer nada, al darme cuenta de todo lo que había pasado y de todo lo que me iba a perder al no estar a su lado.
Intenté coger el libro de biología para ponerme al día, las vacaciones de semana santa iban ha acabar dentro de pocos días. Fue imposible, no pude concentrarme en hacer nada, no tenía ganas ni de comer ni de hacer nada. Lo mejor de todo a sido ser atea, al menos no hay religión alguna que me haya decepcionado. Estaba cansada y no sabía de qué ni por qué lo estaba pero bueno, supongo que era lógico, puede que sólo fuese una sensación física que se experimenta cuando pierdes a alguien querido, ¿no? no quería pensar en nada con lo cual me intenté distraer de todas las formas posibles, sobre todo cosas artísticas y lúdicas como pintar o cantar. A mi la pintura me gustaba, me gusta y supongo que me gustará durante toda mi vida. Hice un río que desembocaba en un lago con árboles y piedras alrededor. No me resultó muy difícil hacerlo pero sí que me resulto entretenido y en cierto modo divertido. Logré desconectar un poco de todo ese entorno triste en el que había estado desde hace dos días. Tenía las manos manchadas de carboncillo asique fui a lavármelas al baño. Me miré al espejo, tenía un aspecto lamentable. Pensar que me habían visto así todas mis amigas y amigos. Tendrían que haber pensado pobrecilla... tampoco quiero dar pena a la gente. No seré ni al primer ni al último ser humano que le pase esto. Me puse ha hacer los deberes que nos mandaron y a estudiar un poco. Esta vez si que me concentré. Cuando acabé, pensé que esto era un capítulo más en mi vida, y que no podía hacer nada para evitarlo.

miércoles, 8 de junio de 2011

Capítulo 13.- Apariencias ( II )

No podía dejar de botar la pierna arriba y abajo con agilidad. Los nervios me estaban consumiendo viva. Se acercaban cientos de enfermeras pero ninguna sabía nada de mi padre.
-Mamá, voy al baño. ahora vuelvo.
-Vale hija.
Fui al baño y lo único que pude hacer fue mirarme al espejo, mirar como se caía mi felicidad en forma de lágrima. Como con una llamada se te podía hacer tal vacío en el cuerpo.
Volví del baño. Mi madre estaba hablando con una enfermera. Se fue a paso ligero hacia el pasillo de las habitaciones, supongo que estaría ahí mi padre. La seguí, qué menos. Miró por la ventanilla y entro dulcemente, como si no tuviese fuerzas para abrir la puerta. Cuando entré mi madre estaba llorando.
-Mamá...
No me respondió, vino rápidamente hacia mi y me abrazó más fuerte que nunca. A mi padre le estaban quitando la respiración asistida.
-No... no, no, no, no, no, no, ¡no!
-Tenía que pasar hija... así lo quiso el mundo.
Me despegué de los brazos de mi madre mientras que corría despavorida por el pasillo. Me puse a llorar, era lo más lógico que podía hacer. Ese vacío que tenía en el pecho, también era lógico.


Mi madre y yo nos fuimos a casa en su coche. No tenía ganas ni de subir las escaleras, ni de comer, ni de dormir ni de hacer nada. Miré el móvil. Tenía cinco llamadas perdidas y un mensaje de él.


Feita1 que ha pasado al final? :S contesta. Te quiero mucho.


Eran las 8 de la mañana así que le llamé.
- ¡Guapita! ¿Está tu padre bien?- Empecé a llorar.
-Tía, espera que me visto y voy a tu casa.
No pasó ni media hora hasta el momento de oír el timbre. Bajé desganada. Abrí la puerta y él estaba ahí, con el corazón que se le salía del pecho. Me puse a llorar.
-Tía qué ha pasado...
-Se ha.. se ha muerto...- Me costaba decirlo, todavía no estaba hecha a la idea de que mi padre se había muerto. Él me abrazó, pero más que nada para que no me cayera al suelo.
- Lo siento mucho cariño. - Me llevó hasta el primer escalón de la escalera para que me sentara.
-Estoy aquí para lo que quieras y lo sabes.- Mi madre bajó y él le dio su más sentido pésame.
-He llamado a la funeraria... mañana es el entierro.
-Vale mamá.
-Si no quieres ir, no vallas, se que es duro.- Me respondió.
-Tengo que ir, es mi padre...
Subió las escaleras desganada, parecía que de un momento a otro se iba a caer rodando hacia abajo.
-Lo siento, pero hoy me apetece dar un paseo sola por algún lugar que no haya nadie, espero que me comprendas...
-Sí tía, no te preocupes y de todas sabes que aquí me tienes.- Me dedicó una sonrisa.
-Muchas gracias.
-¿Gracias por qué? Tía, yo te quiero, como amiga, como novia y como todo, porque eres lo más grande que tengo y no quiero que estés mal, aun que ahora es lo más normal.
Le di un beso y él me lo devolvió. Le dije que me iba a ir ahora a dar una vueltecilla, que si no le importaba, le llamaría mañana. Fui hacia arriba sin mucho ánimo. Me vestí, me peiné y me fui al estanco a comprarme una cajetilla de tabaco.
Me fui al parque al que iba de pequeña cuando me encontraba sola, sin nadie con quien hablar o compartir mis ideas, sentimientos u opiniones. Seguía tal y como estaba hace 5 o 6 años: solitario, verde y sereno. Cogí mi cajetilla de LUCKY STRIKE y me puse a fumar mientras todas mis penas salían por los ojos. No tenía ganas de beber, pero ya que fumar relaja, pues fumo. Y si la música triste ayuda, pues la escucho The Hardest Part (Coldplay) se podía escuchar en todo el recinto.
Decidí "ensayar" para que cuando me viese la gente no pensara: "pobrecita". No, no me gusta que sientan lástima por mí, sólo que me entiendan, lo que no muchos consiguen. Empecé por cambiar mi mirada. Esa mirada de pena que tenía desde esta madrugada, la que reflejaba todo el sufrimiento que tenía acumulado en el cuerpo. Lo intenté, pero lo único que salía de mis ojos era pena y lágrimas. Y si no podía cambiar la mirada, cómo iba a sonreír, era imposible. Me estaba derrumbando yo solita. Y de repente me paré a pensar que cómo podría haber dejado sola a mi madre un día tan triste como este. Me levanté rápidamente y me fui a casa a paso ligero.
Entré a casa y me lo encontré a él vigilando a mi madre para que no hiciese ninguna locura. Me acerqué a él.
-Gracias.- Le susurré al oído mientras le daba un beso en la mejilla.
-Me lo pidió mi suegra.- Me dedicó una sonrisa.
Me fui a dar un beso a mi madre y a pedirla perdón por haberme ido en tales circunstancias. Me dijo que no pasaba nada, pero sabía que en el fondo la sentó mal, lo que pasa que no tenía ganas de nada y menos de discutir. Estaba apunto de romperse a llorar de nuevo; abrazarla, era la mejor opción, pero en ese mismo momento fue cuando si que rompió a llorar como una descosida. Me sentía mal conmigo misma.
A él le cogí de la mano y me le llevé al sofá para que se sentase, tenía la impresión de que había estado todo este tiempo de pie, mientras que mi madre hacía otras labores. Me miró fijamente a los ojos y yo creo que podía ver toda la pena que tenía dentro de mis ojos. Agaché la cabeza. Se acercó a mí y me abrazó como nunca. Me puse a llorar. Colocó mi cabeza en su pecho y me empecé a tranquilizar.
-Si tú quieres y me deja tú madre, me puedo quedar a dormir.
-¿Harías eso?
-Eso y más guapita.- Le miré y me salió una pequeña sonrisa. Él me la devolvió. Me incorporé y fui donde estaba mi madre.
-Mamá, ¿se puede quedar a dormir? por favor.
-Si eso se tranquiliza sí. Pero no hagáis nada raro.
-Aun que quisiera, no tengo ánimos para ello.
-Vale.- Me miró tocándome la cara y aspirando los mocos que querían salir de su nariz. Volví a su lado y le dije la respuesta que me había dado mi madre.
Me apoyé en su regazo sin mirar a ningún punto exacto mientras me acariciaba la cara desde la nariz hasta la oreja. En ese momento me empecé a acordar de las millones de veces que me había hecho eso mi padre, todos los momentos que pasamos juntos, lo que aprendí de él, como la aficción a la lectura, todas las discusiones que tubimos.
A las diez de la noche fue cuando decidí encender el móvil. Cincuenta mensajes nuevos. No tenía ganas de leer ninguno, sabía de que eran y si alguno me debería preocupar me daba lo mismo.
-Chicos, podéis dormir en mi cuarto, no quiero entrar ahí y así estaréis más agusto.
-Como quieras mamá.
Fué él el que abrió la cama y me acostó antes de meterse en la cama y abrazarme.
-Intenta dormir y si no puedes despiertame, ¿vale?
-Vale.
Dormir... imposible, pero estaba tan mono dormido que no quería despertarlo. Me quité su brazo derecho que me rodeaba la cintura. Cogí una manta de la silla que estaba enfrente de la cama y me fui a la terraza. Me puse a escuchar música del móvil. Empecé con Ouch (Duo kie) y acabé con Betlebum (Blu). Ya habían pasado cinco horas. Me sequé las lágrimas y volví para dentro.

jueves, 2 de junio de 2011

Capítulo 12- Apariencias (I)

Pasaron los días y cada vez iba mejor en todo. Nunca llegué a pensar que las cosas me llegarían a ir tan bien como para poder decirlo, como para poder decir "Aquí estoy y a quien no le guste que no mire", de sentirme orgullosa de mí misma. Las notas podrían ser mejores, pero con sietes y seises me conformaba. Con las amigas: perfecto, ni más, ni menos. ¿Con él? con él cada día es una hitoria diferente, un sueño, una visión diferente del paraíso. Se llegó el viernes anterior al día en el que me quedaba a dormir a su casa.
-Mamá, ¿mañana me puedo quedar a dormir en casa de Claudia?
-Mm, vale por qué no.
-Gracias mamá- la di un beso y me fui rápidamente ha hacer la mochila.
-De todas maneras tú padre y yo tenemos que ir a ver a unos viejos amigos.
-¡Vale!- la grité desde mi habitación.
Le llamé.
-Oye, ¿sigue en pie lo de mañana?
-Claro estúpida, por la tarde te llamo o algo ¿vale?
-Pues genial, ¿sales esta noche?
-No tía, tengo que estudiar que mañana no podré.
-¿Y eso?
-Porque voy a estar contigo jajaja.
-Vale déjame que estoy espesita.
-Venga tonta luego hablamos. Te quiero.
-Te quiero.
Se me empezó a ruborizar la cara cuando se pronunciaron las dos últimas frases, como de costumbre. Empezó a sonar Dueña De Mis Horas (A3bandas) me giré ágilmente hacia el móvil y ¡BINGO! mensaje


Loka! hemos qdado a las 10.30 en la fuente grande del parq. Si no puedes ir, no qieres o no te da tiempo contestam anda. muacs! (L)


El mensaje era de Ana y la verdad que eran ya las diez y tenía ganas nulas de salir aquel viernes por la noche. La contesté al mensaje diciéndola que no me daba tiempo, para qué más explicaciones. Me fui a la ducha; desde siempre había sido mi parte favorita del día. Ese momento en el que puedes relajarte sin pensar nada, dejar la mente en blanco y olvidarte de todos los problemas y que haceres que se tiene, en el que cuando sales te sientes fresca, en el buen sentido de la palabra, y relajada. Hasta que suena el móvil y tienes que ir corriendo a por él.
-¿Sí?
-Hola, ¿Es usted el titular de este teléfono móvil?
Colgué. Yo pienso, que las que llaman saben justo el momento en el que puede molestarte mal. Aun que también tienen que tener bastante paciencia por las contestaciones que les da la gente. Sinceramente, no me extraña que la gente les conteste de esas maneras. Suspiré y me metí a la ducha de nuevo.
Salí de la ducha y no tenía ganas ni de secarme el pelo y como lo tengo liso, no me preocupé de secármelo. Simplemente me pasé la toalla por encima y me puse el pijama. Me acabé el libro que estaba leyendo y empecé a leer Chalie y la fábrica chocolate de Roal Dahl. Me quedé dormida.
Al día siguiente abrí los ojos, sonreí y cogí velozmente la mochila para meter todas las cosas necesarias para aquella noche que podría ser la más impresionante de mi vida. Pijama, cepillos, ropa interior... Sí estaba todo.  Lo llamé para que supiera que cuando quisiera me podía venir a buscar para dejar los bártulos en su casa.
-A las cinco me pasas a buscar, ¿no?
-Sí sí, a las cinco.
-Vale, te quiero.
-Hasta luego fea, te quiero.


Cuando me quise dar cuenta ya eran las cinco. Bajé al portal para ver si estaba y aun no había llegado, pero en pocos minutos se le podía ver el pelo a lo lejos.
-Dejamos las cosas en mi casa y nos vamos a un cumpleaños de un amigo ¿te parece?
-Vale.- Le dediqué una sonrisa.
Llegamos a su casa... bueno si se le puede llamar casa. Era la casa más grande que hay por esta zona. De color blanco y muy luminosa; muy muy luminosa.
-Trae aquí la mochila que te la subo.- Me la cogió y subió rápidamente al piso de arriba, torciendo a la derecha.
Eché un vistazo a la casa y en menos que canta un gallo le tenía otra vez a mi lado. Y sólo de pensar que pasaría ahí la noche, ya era feliz por una temporada.
Fuimos al cumpleaños de su amigo. Se lo tenían bien montado. Todo lo que quisieses beber lo tenías distribuido en dos mochilas de deporte. Había de todo menos cerveza, se me calló el alma al suelo al ver que para una cosa que ya necesitaba no habían comprado. Alguien me tocó el hombro con el dedo índice y como era de esperar, me giré para ver quien era.
-Toma, te la habíamos guardado. Un pajarito nos dijo que te gustaba mucho la cerveza.
Me quedé boquiabierta. Un litrona de cerveza fresquita y espumosa para mi sola.
-Muchas gracias...emm...
-Daniel. Encantado.
-Muchas gracias Daniel. Igualmente.
Yo, por mi parte ya era feliz. ¿Para qué quería más? Decidí hacer lo mismo que en los viejos tiempos. Me fui a un bordillo de aquel parque, saqué mi paquete de tabaco de Lucky Strike, abrí la litrona y me empecé a relajar. Pero algo me faltaba y era la música. Saqué el móvil y puse BOOM (Duo Kie). Ya echaba de menos ese sentimiento de independencia en la que me encontraba cada vez que hacía todo eso.
Ya se llegó la noche y él y yo nos fuimos a su casa. Sé lo que estáis pensando: Estos, lo hacen. Pues siento decepcionarles, no hicimos nada, antes de llegar a la cama recibí una llamada bastante preocupante de mi madre. Le pedí mil perdones y me marché lo más rápido posible.
Llegué a casa. Una nota en la nevera se podía divisar desde la puerta de la cocina.


Estoy en el hospital. Ven rápido, tu padre ha tenido un accidente. Mamá.


Se me encogió el corazón. El hospital pillaba bastante lejos asi que cogí un taxi y me fui. ´
Llegué de una vez por todas vi a mi madre con los ojos encharcados de lágrimas. Casi no se podía sostener en pie.
-¿Qué ha pasado?
-Tu padre...- era incapaz de decir ni una sola palabra. Por mucho que lo intentaba seguía tartamudeando.
-Mamá, tranquilízate.
-A tú padre le ha dado un infarto, cariño.
Mi respiración empezó a acelerarse. Me levanté de la silla de la sala de espera y me puse a correr como una loca buscando la habitación de mi padre. Se me salían las lágrimas de los ojos, no aguantaba ya esa angustia que tenía metida en el cuerpo, la que casi no me dejaba ni respirar y por la que casi me dan taticardias.

domingo, 8 de mayo de 2011

Capítulo 11.- Todo es nuevo.

Me desperté, fue la primera noche que no había tenido ninguna pesadilla. A lo mejor lo único que me había echo falta en todo este tiempo había sido un poco de amor, un poco de cariño. Pero es comprensible el miedo que anticipaba el fracaso al saber que todo podía salir como aquella última vez. Sí, aquella primera y última vez en la que me enamoré, en la que no podía vivir sin esa persona, cuando me hicieron daño... en esa ocasión en la que lo único que sabía hacer era llorar y dejar de comer, dejar de comer hasta tal punto de adelgazar 7 kilos. No, no quería volver a repetir esa sensación de depresión que sentía en el pecho, ese vacío por el que se iban todas mis ganas de ser feliz, de volver a enamorarme. Aquel chico que me hizo sufrir durante casi un año, aquel chico que me hizo pensar que sería irreemplazable. Él era el que me dio mi primer beso,etc. ¿Pero para qué seguir recordándolo? Era ilógico seguir pensando en él sabiendo que ya era pasado, que nunca más iba a seguir destrozada por su culpa.
Todos estos pensamientos me pasaron por la cabeza mientras que escuchaba Ni de ellos ni de ellas (Tote king) una canción que me había ayudado a volver a ser yo misma, o al menos a no llorar.
Me levanté de la cama pensando que todo volvía a ser diferente, que incluso el cielo no sería gris. Y así fue volvía a ser azul después de tanto tiempo. Me vestí con entusiasmo, con ganas de algo bueno que me alegrará mucho más la mañana de hoy, habían empezado las vacaciones ¿había algo mejor?. Mi móvil empezó a sonar. Contesté rápidamente.
-¡Fea!
-ch... si yo soy bien guapa loco.
-No lo pongo en duda- se rió delicadamente.
-A bueno entonces vale ¿habéis quedado esta tarde o algo?
-Sí para eso te llamaba, a las cinco en la estación, nos vamos a ir a Madrid a ver una película.
-Vale ¿quiénes vamos?
-Pues vamos todos los de siempre.
-Vale pues a las cinco, ¿no?
-Sí, escucha, te paso a buscar ¿vale? que me pilla de paso.
-Pues ¿a menos cuarto entonces en mi casa?
-Vale, luego te veo. Te quiero.
-Te quiero.
¿Algo mejor antes de desayunar? Bueno desayunar, lo que es desayunar no, eran las dos de la tarde. Comí y me fui echando ostias a mi habitación. ¿Qué me pongo? típica duda que se plantea una todas las tardes, mañanas o noches. Al final, como siempre me pasa, a última hora me visto con lo primero que pillo, me cepillo el pelo, me maquillo lo menos posible y me voy a la puerta de casa y ahí estaba él. Al menos es puntual. Me dio un beso.
-Todavía es pronto.
-Ya pero bueno así me da tiempo a estar más contigo.
-¿Por eso me vienes a buscar antes? Ya te vale... que casi bajo en pijama.
-Pues fijo que desaliñada estás guapa también.
-Uy... no te creas jajaja.
-Bueno, un día te quedas a dormir a mi casa y lo comprobamos.
-Vale dentro de dos semanas me quedo a dormir a tu casa.
-Mejor dentro de tres, que mis padres no están.
-Ah pues bien hombre.- Le dediqué una sonrisa.
-Entonces, ¿Si qué te quedas?
-Si no te importa ¿ por qué no?
-A pues quédate.
El camino a la estación de autobús se me pasó volando. Cuando llegamos todavía no había nadie, lo primero que hicimos fue coger los billetes y luego coger algo para beber. Se llegaron las cinco y vinieron todos a la vez y corriendo, ya que no querían perder el autobús.
-Joder poco más y me dejais en tierra majos...-dijo David.
-¿Nosotros? el autobús en todo caso.
-Es que me he tumbado en el sofá y me he quedado dormido...
-Tanta masturbación no es buena, ¿sabías?- dijo Ana soltando una carcajada.
-Muy graciosa.-añadió David con un tono irónico.
Llegó el autobús y como siempre, nos sentamos en la parte de atrás. Empezamos a reirnos por estupideces, aunque siempre que se está entre amigos todo es más gracioso. Llegamos a Madrid y nos fuimos a La Cupula. Decidimos separarnos, las chicas por un lado  los chicos por otro. Las chicas nos fuimos a comprarnos ropa, mientras que los chicos fueron a ver las películas que había y tomar algo.
-Mirad ese vestido, que bonito es macho.
-A mi me gusta más este tía.
-Vamos a probarnoslos por favor.
Entramos Claudia y yo a probarnos los vestidos mientras que desde fuera del vestuario las demás no hacían más que preguntarme cosas sobre él.
-Oye ¿besa bien?
-No sé tía, normal tirando a bien.
-Tiene pinta de besar bien la verdad...
-Joder la otra jajajaja.
-¿Y ya te ha metido mano o algo?
-Tía, que llevamos un día ¿qué pretendes?
Preguntas como esas eran las que volaban desde su boca hasta mis oídos. Guillermo llamó a Claudia para que fueramos al cine a comprar las entradas para ver SAW VII no me apetecía mucho de verla pero bueno, era una tarde en grupo.
-No quieres verla ¿verdad?.-mesusurró a la oreja.
-La verdad es que no, pero bueno tampoco será tan horrible no?
me guiñó un ojo y entramos dentr de la sala 5.
Pasaron aproximadamente dos horas antes de volver al pasillo del cine. Me pareció bastante graciosa la película aunque parecía ser la única que no le entraron arcadas. Ya eran las nueve de la noche y el autobus salía a las nueve y media asique fuimos a paso ligero hacia la estación de autobuses. Repetimos la acción que hicimos antes de subir al autobús y nos fuimos. Él se sentó de nuevo a mi lado estaba agotada sin razón alguna, así que decidí ponerme los cascos e intentar dormirme. Screaming Bloody Murder (Sum41) sonaba en mis cascos. Al llegar, me despertaron rozándome la mejilla delicadamente. Salí del autobús y él me acompañó a casa. Mi móvil empezó a sonar, era mi madre.
-Dime
-Escúchame, tú padre y yo nos hemos ido al pueblo así que hasta mañana no te veremos. Hazte cualquier cosa de cena y punto ¿vale?
-Vale, venga adiós.
-Adiós hija.
Le miré a lo ojos con un poco de picardía.
-¿Qué pasa?
-Mis padres se han ido, ¿ te quedas a cenar?
-¿Enserio?
-Claro.
-Ah, entonces vale.
Llegamos a mi casa y nos sentamos en el sofá.
-¿Qué quieres de cena?
-Mm... cualquier cosa.
-Como me ayudas campeón...
-¿Y si dejamos la cena para otro día?.-dijo mientras me agarraba de la cadera.
-¿Y si dejamos lo que tu piensas para cuando me quede a dormir a tu casa?
-Que mal pensada jaja.
-Venga enserio que quieres de cena.
-Unos filetes mismamente.
Preparé unos filetes de lomo mientras que el sacaba unos vasos y unas cervezas. Cenamos tranquilos hablando de lo aburrida que había sido esta tarde. Terminamos de cenar y nos subimos a mi habitación. Estubimos un rato tumbados en la cama hasta que le llamó su madre.
-Me tengo que ir a casa ya.
-Vale, vamos que te acompaño hasta la puerta.
Me dio un beso y bajamos hasta la entrada en la que me dio otro.
-Mañana te llamo ¿vale?.-Me dijo mientras se alejaba.
-Vale.- Le grité desde la puerta.
Subí de nuevo las escaleras tirándome rendida en la cama. Estaba agotada y no tenía ganas ni de ponerme el pijama. Me acoste medio desnuda sin tener en cuenta el frío que hacía.

lunes, 28 de marzo de 2011

Capítulo 10.- Amor

Llegó el día, el día en el que estaba decidida a que todo saliese bien con él, a que se arreglara todo y estar bien con todo el mundo. Ya no me importaban los demás, el amor puede con todo, es algo que aprendí cuando lo conocí, aprendí a saber lo que es estar enamorado, a no saber estar sin esa persona que te ha enseñado a amar. Me puse guapa, pero a la vez sencilla, era una fiesta informal para pasarlo bien, con bebida y sin padres controlándonos. Llegué a casa de Raúl más o menos a la hora de todo el mundo. Me cogí una botella de Ron Barceló  me subí a la tercera planta y me metí en la segunda habitación. Me llené medio cubata y me lo tomé in respirar. No era un intento de coma etílico, era para relajarme y ya que estaba, me encendí un cigarro. Se pasó media hora y nadie había abierto la puerta todavía. La botella ya estaba por la mitad, a la cajetilla de tabaco le sobraban sólo 5 cigarros contando el que me estaba fumando. Me cansé de esperar. Estaba decepcionada, cómo una persona te podría haber expresado sus sentimientos de una forma tan sencilla, como si no le costase si quiera y que a los dos días siguientes ni se acuerde de ti, ni de que existes, ni de nada.
Bajé las escaleras y ahí estaba el subiendo en frente de mi. Me quedé quieta en la décima escalera contando desde arriba. El subía rápido.

-Lo siento tía, acabo de llegar. ¿Vamos?
-No pasa nada.- Le dediqué una sonrisa.- Venga, vamos.
Llegamos a la habitación y le explique todo lo que me había pasado, todo lo que sentía por él, que algo en la cabeza me aturdía durante todo el día si no le tenía a mi lado. Me miró entusiasmado. Me senté a su lado. Me miro desde la barbilla hasta la frente separándome a la vez un mechón de cabello largo y moreno que tenía en la cara. Se acercó poco a poco hacia mí. Sí, puede sonar demasiado empalagoso, romántico y cursi pero cuando al final nuestros labios se empezaron a besar y nuestras lenguas a enredar, me sentí la chica más feliz del mundo. Estuvimos juntos durante dos horas, dos horas que se me habían pasado como dos míseros minutos.

-Me voy a ir a casa, le dije a mi madre que estaría sobre y media.
-Vale. ¿Te quedas en vacaciones?
-Sí, te llamo mañana, ¿vale?
-Vale.- Le dediqué de nuevo una sonrisa.
Bajamos juntos hasta la puerta y ahí, delante de todo el mundo, me plantó un beso de despedida. Los típicos silbidos de cuando alguien se besa retumbaban en la casa. Me empecé a reír entre dientes. Él salió por la puerta y yo me quedé bailando con toda la gente. Vi a Pablo y empezamos ha hablar.

-Como aprovechamos el tiempo enana.
-Sólo recuperaba todo el tiempo que había perdido.
-Oye, no sabrás dónde está una botella de Ron Barceló.
-Me la bebí yo antes.
-No creo que te la hayas bebido entera.
-No, sólo la mitad.
-¿Y qué has hecho con lo que quedaba?
-Se la ha bebido él.
-¿Quién el churri?
-Sí.
De repente la puerta se abrió. Apareció una figura alta morena. Sí, era él. Vinó y me besó otra vez.
-¿No puedes vivir sin mi o qué?- Me reí entre dientes.
-¿Todavía lo dudas? -Sacó esa sonrisa que tanto me gusta.

Nos giramos a la vez al ver que el anfitrión de la fiesta anunciaba que había karaoke. A nosotros no nos gustaba cantar con lo cual, nos salimos al patio a tumbarnos en el césped y a observar las estrellas.
-Yo no sé que le ve de romántico la gente a esto.
-No sé tía, yo tampoco le veo ningún sentido.
-Encima me tengo que ir a casa ya…
-Pues te acompaño que sabes que me pilla de paso.

Me acompañó hasta casa y me dio de nuevo un beso de despedida, este último, con más entusiasmo. Llegué a mi cuarto y suspiré. Pero esta vez era diferente, no era de amargura, sino de felicidad, felicidad a saber que algo me ha salido bien. Me puse el pijama y me acosté.

lunes, 21 de marzo de 2011

Capítulo 9- Obsesión.

Me levanté de la cama, ya que no me podía despertar, no había pegado ojo en toda la noche. Busqué rápidamente entre las sábanas el móvil que con impaciencia miraba. Estaba tan nerviosa que no pude desbloquearlo así que lo solté y me pegué un bofetón en la cara. Al final conseguí desbloquearlo. Respuesta: ninguna.
Bajé con decepción la cabeza mientras que soltaba un suspiro. ¿Cómo se tomaría el mensaje? Me metí en la ducha, no tenía ganas de pensar. Me puse el chándal aun que fuese domingo. Mi móvil empezó a sonar. Era Claudia.

-Hola tía ¿qué tal estás?
-Muy bien. Me ha pedido Guillermo ¿sabes quién te digo? Con el que siempre hablas con el móvil y le he dicho que sí.
- ¿Y tu eras la que estaba enamorada de el chico nuevo?
-Tía no merece sufrir.
-Eso mismo te dije ayer y no me hiciste ni caso.
-Bueno tía da igual.

La colgué. Estaba tan enfadada que no quería saber nada de ella. ¿Por ese capricho del momento dejé pasar la mejor oportunidad de mi vida? No me lo podía ni creer. Cómo pude tragarme el cuento de que Claudia estaba enamorada, nunca lo había estado y nunca lo estará. Mis dientes empezaron a chirriar de rabia por mucha tirria que me daba. Me fui corriendo por la calle hasta llegar al río, no muy grande, pero era el lugar en el que desconectaba cada vez que me daba algún bajón de ánimo. Me puse los auriculares. Puse el móvil en modo avión, para que no me pudiese llamar nadie. Primero escuché Not alone (linkin park), a la que seguía: Por tu amor y las cosas cambian (Young killer). Se me empezaron a saltar las lágrimas, pero en el momento de cruzar toda mi cara no quedó rastro ya que cada lágrima que caía se la llevaba el río como si nunca hubiése existido. Yo sólo quería volver a disfrutar, con algo que decir, algo que pensar que no fuese él y tener las cosas claras para no arrepentirme después.
 Me sentía tan mal, tan engañada, no quería volver a casa tan sólo pasar desapercibida ante la gente, que nadie se enterara de que existo, de que, si desapareciese, nadie preguntara por mí. Sólo quería estar sola y relajarme en aquella orilla debajo del crepúsculo. Me levanté y me fui a casa. Me vio varia gente que al día siguiente comento que andaba con lentitud por el cansancio, pero en verdad sabía que mi lentitud era debido al miedo que anticipa el fracaso, el fracaso a llegar a casa y que al día siguiente, todo volviese a ser igual, como si nada hubiese pasado en aquella buhardilla. Llegué a casa con los pómulos húmedos, pero nadie pudo apreciarlo. No preguntaron si quiera donde había estado, aun que, realmente, prefería eso a un interrogatorio. Me tumbe en la cama mientras que ponía en modo normal el móvil. Mi móvil empezó a vibrar:

678 951 334 le ha hecho 2 llamadas; la última el día 13/04/2011 a las 18:33h. Pulsa <llamar> para devolver la llamada.

Rabia... rabia me gustaría sentir en ese momento, maldecía a todo lo que se me pasaba por la cabeza. No podía creer que justo cinco minutos después de semi-apagar el móvil me hubiese llamado. ¿Por qué quería hablar conmigo? ¿Por qué no me intentó llamar antes?  Miles de preguntas viajaron por mi cabeza. Le mandé un mensaje, mañana era el último día de clase y otro amigo nuestro hacía fiesta en su casa para empezar bien las vacaciones. Su casa también era grande, había entrado más de una y más de dos veces para hacer trabajos de física y química.

Mañana ve a la tercera planta de la casa de David metete en la segunda habitación, nadie pasará por allí. Necesito hablar contigo, esto no se puede quedar aquí. Siento no haberte cogido el móvil antes, pero necesitaba desconectar de todo, estoy realmente jodida te lo creas o no te lo creas. Mañana ve donde te digo por favor. Te quiero.

Pulse enviar. A los dos minutos recibí su contestación.

No sé que hacer. Si decido estar allí me verás, no quiero sufrir como ayer. TQ

Me sentí como una mierda cuando leí aquel mensaje, apagué la luz y me metí en la cama.

<Corría despavorida en un prado de colores magenta y amarillos. Corría y corría sin parar, no sabía hacia donde iba, mis pasos eran los que mandaban. Vi a un chico al final de un sendero de piedras repasado con una fila de margaritas. Lo abracé creyendo que era él pero no, era otra persona un ser más perfecto, la gran obra maestra de Dios. Tenía todo tan definido y semejante, tan perfecto. No me lo creía. Un dedo tocó mi hombro derecho. Me giré y ahí estaba él. Con el mismo aspecto de siempre, con sus ojos penetrantes clavados en los míos. No dude y lo besé. Pero el otro chico me agarró del brazo impidiendo seguir con aquel beso tan deseado. Me llevo bruscamente hacia su cuerpo y me beso. De repente, él le imitó y así un buen rato hasta que me dejaron los brazos libres. Mis piernas comenzaron a moverse de nuevo, cada vez más rápido. Yo no tenía el control de aquella situación. Quería frenar al ver un precipicio justo en frente de mi pero mis piernas no hicieron caso y…>

Abrí los ojos. Eran todavía las tres, no podía ser que soñara con él incluso en una pesadilla tan inofensiva como aquella. Cerré los ojos y dormí sin interrupciones.

sábado, 19 de marzo de 2011

Capítulo 8- El final de la fiesta.

Se acercaba lentamente hacia a mi. Yo no sabía que hacer, en el fondo mi corazón quería avanzar pero mi cabeza me decía "estate quieta" nunca me había pasado, nunca había tenido tanta responsabilidad como para elegir joder a media clase o joderme a mi. Sabía que si avanzaba, todo iba a ir a mal, o a lo mejor no, a lo mejor nadie se tenía porque enterar, no tenía porque joder a tanta gente, pero si no mi conciencia no estaba tranquila. Ya estaba a dos centímetros de mis labios ¿a quién hacia caso? nunca me creí que me fuera a pasar lo mismo que a la gente en las películas románticas y empalagosas. Cerré lo máximo posible los ojos. Nuestros labios se rozaron pero rápidamente aparté la cabeza hacia abajo.

-Lo siento, no puedo.
-¿Por qué?
-Tu no sabes lo que significaría que pasara todo esto.
-Si se lo que significa.
-No, no tienes ni idea.
-¿Sabes qué significa? que tú y yo seríamos felices eso significaría.
-No, significa que vuelves loco a toda la clase, que si pasaría no sé si Claudia me volvería ha hablar y, sino, de todos modos, no tendría ojos para mirarla a la cara.
-Por qué no piensas un poco más en tí.
-Porque mi decisión no solo afecta a mi vida.
-Puf..
-Lo siento.

Me levanté cuidadosamente y salí por la puerta. Al cerrar la puerta me quedé apoyada mirando al cielo gracias al ventanal que había en aquel pasillo. No podía creer lo que me pasó. Miré hacia delante y baje todas las escaleras. Vi a Claudia sentada en las escaleras, estaba pensativa y muy pálida.

-He hablado con él.
-¿Sí? ¿Qué te ha dicho?
-Me ha dicho que está enamorado de otra.-Me miró con los ojos llorosos poniendo un puchero.
-Joder tía.
-El amor es un asco, ya te lo he dicho más de una vez.
-Pero si hay amor tía, hay amor no se puede hacer nada.
-Creeme que sí.. se puede rechazar aún que te sientas mal contigo misma.
-Ya tía pero es muy difícil.
-A mi me lo vas a contar.. me voy a ir a casa ¿vale? luego si eso te llamo para ver como estás.
-Vale.

Bajo las escaleras lentamente.

-¡Eh!- Me dí la vuelta.
-Gracias.

Me sonrió desganada, aún que me quisiera saludar de verdad. Cuando me dí cuenta ya estaba en el portal de mi casa. Fui a la cocina y ví una nota en la nevera.

Ponte un vaso de leche y vete a la cama. Seguro que has llegado tarde, espero que te lo hayas pasado bien. Mamá.

Miré en la habitación de mi madre y comprobé que estaba dormida. No tenía ganas de nada así que me fui directamente a la cama. Me desplomé en la cama. Suspiré. Miré el móvil mientras me movía hacia el lado de la pared. Ninguna noticia de nadie, lo normal es que me llamara alguien pero no. Tampoco tenía ganas de hablar con Claudia. En ese momento la más afectada era yo, era yo la que había dejado pasar el beso que más deseé hasta el momento, sí, yo fui aquella chica que le dejé solo en aquella buardilla bien jodido, la que sentía un vacío en el pecho nada más cruzar esa puerta. Al final no sabía si jodí más vidas al decirle que no a que le hubiera dicho que sí. Lo que iba a ser una noche perfecta se convirtió en la noche más triste de mi vida. Me tumbé bocarriba y suspiré de nuevo. Mi cabeza no hacía más que pensar en él, de pensar lo que podría haber sido. En ese momento mi cabeza y mi corazón se aliaron, todos mis sentidos se activaron y comencé a llorar a llorar más que nunca por nadie o por nada. Decidí escribirle un mensaje al móvil pero ¿Por dónde empezaba? Qué le podría decir que no fuese un Lo siento. Me levanté de la cama con el móvil y empecé ha andar de un lado al otro pensando que podía ponerle en aquel puñetero mensaje. Prové con varios textos, pero no me convencía ninguno. Sólo le quería decir lo que sentía, sabía que estaba enamorada, sí, pero estaba confusa por todo, por como podría acabar mi vida si por un chico lo dejo todo. El amor se puede encontrar en más de una persona. Pero si lo que sientes es también obsesión, no puedes hacer nada. Sólo quieres coger a esa persona y besarlo como si nunca hubiéses besado a nadie. Dejé el móvil en el escritorio de mi habitación y me fui al baño. De repente sonó el móvil. Fui corriendo para ver el mensaje. Lo abrí impaciente.

Su saldo es inferior a 5 euros. Si lo desea puede hacer una recarga en establecimientos vodafone.

Me quedé con ganas de tirar el móvil y romperlo, estamparlo contra la pared. Toda la ilusión que tenía cuando pulse abrir se fueron por la borda al país de Jauja al ver que el mensaje era de vodafone. Tiré el móvil al escritorio de nuevo, esta vez desganada. Suspiré otra vez mientras que miraba al suelo. Me dejé caer sobre la cama con los ojos rojos y brillantes. No podía más. Aproveché de que todo el mundo estaba dormido para desahogarme y llorar. Llorar por todo aquello que me hicieron pasar, por aquello que rechacé. Todavía, no me lo podía creer. Cómo pude ser tan estúpida. Aún así, Claudia se olvidará de él y él de mi.. ¿pero, yo de él? esperaba que sí, que lo todo sea como un mal sueño y punto. Ya he tenido tantos que no me costaría tener otro, aún que este a modo vida-real. Ya no podía hacer nada lo hecho hecho está. No sabía por qué, pero decidí escribirle un sms aún que no se lo tomara muy bien.

Lo siento mucho. Mira yo.. Te quiero y sé que lo sabías. Pero por favor, intenta comprenderme, tú no vas a estar siempre enamorado de mi, y sabes que mi amistad con Claudia es perfecta. No quiero echarlo todo a perder y en ese todo estás incluido tú. Mañana hablamos o algo. Te quiero.

Pulse enviar. Tiré el móvil sobre la cama con desprecio. No quería pensar si lo que había echo estaba bien o estaba mal. No sabía como se lo iba a tomar, ni como lo iba a interpretar.
Aquella noche no dormí, seguí pensando en aquel momento que podría haber sido el más bonito de mi vida y que rechacé por miedo a quedarme sola.

Capítulo 7.- Una fiesta interminable.

El sonido del secador me despertó aquel sábado por la mañana. Miré el móvil tenía tres mensajes. Adivinad, eran de él. Me estaba hartando, sólo tenía noticias suyas, y de nadie más. Ni de mis amigas, ni de mi familia.. no. Sólo de él. En el primer mensaje ponía:


Tenemos que hablar.


En el segundo mensaje ponía:


678 951 334 ha hecho 4 llamadas; la última el día 12/04/2011 a las 3:06h. Pulsa <llamar> para devolver la llamada.


Y en el tercero ponía:

Que he estado pensando y que no puedo dejar de pensar en ti, porque te quiero muchisimo , por todos esos momentos que pasamos juntos en clase y tal no lo queriero echar todo a perder y bueno ya se que solo nos conocemos de hace unos meses, y , aunque pases de mi, te lo tenía que decir..
un beso


Mi corazón empezó a palpitar cada vez más rápido, las piernas me empezaron a temblar. En ese momento lo que menos me apetecía era estar con alguien, no quería amargarle la existencia ni a él ni a mí ni a todas aquellas chicas que se les caía la baba nada más verle. Apagué el móvil, no quería hablar con nadie. Me metí en la ducha y sólo pensaba en el último mensaje, no se cuanto tiempo estube bajo el agua, solo sé que mi madre ya tubo que ir a llamarme porqe me iba a arrugar como una pasa. Me fijé en las llemas de mis dedos y sí, tenía razón se habían convertido el pasas.
Empecé a elegir la ropa. Aquella noche prometía. Teníamos fiesta en la casa de una compañera de clase. Eso significaba bebida, música y desfase. Llamé a una amiga mía que también iba a ir para saber que se iba a poner. Por lo que me dijo iba a ir guapa, y bastante, así que miré mi armario y empecé a buscar ropa. Al final me dieron ganas de ir en chandal, estaba hasta el pene de no encontrar nada y tener la fiesta en 1h. Recordé que mi amiga se iba a poner un vestido informal. Recordé que tenía una falda. Llegué a tiempo a esa fiesta. Miré a la casa y me quedé en un estado de shock. Era enorme. Llamé al telefonillo. Entré en aquella "mansión ". Comprobé que estaba la mayoría de la clase ahí denrto, armandola y dándolo todo. Lo que me resultaba raro era escuchar I got my eyes on you. Localicé rápidamente a mi amiga, era la única con un vestido. Todas las de más iban en pantalones cortos o en faldas. Estaba pálida, con los ojos brillantes y sujetándose el corazón.

-Tía ¿Qué te pasa? tienes mala cara
-No te lo puedes imaginar..
-Vamos al patio y me lo cuentas tranquilamente anda.

Trás cruzar toda la casa, al fín llegamos al patio. Nos acomodamos en la hierba después de prepararnos un Barceló-cola.

-Aver, cuéntame.
-Tía, pues es que he visto al chico nuevo, y ya sabes que estoy mazo de pillada. Entonces, le he cogido del brazo y le he dicho que si podíamos hablar. Le he llevado a una de las habitaciones de la tercera planta, porque no había nadie y le he empezado a decir todo lo que siento cuando él está, cuando no y siempre..
Y me ha dicho que pasa de mí, que está enamorado de otra chica, no me ha querido decir el nombre pero tía me siento fatal..

La última frase la dijo con dificultad ya que su voz tartamudeaba por el echo de que estubiése llorando.La abracé lo más fuerte posible, sabía lo que era esa sensación, no exactamente la misma, pero si algo parecido. Como cuando te coge una persona a la que quieres mucho y te dice: Deberíamos dejarlo.
Algo parecido debía ser por lo que estaba pasando. Me dió las gracias. Aún así me sentía culpable, yo era aquella chica de la que él se enamoró, por la que dijo que no a mi amiga. En cierto modo me quedé tranquila, no sabía por qué, alomejor me estaba enamorando. Pero no, era imposible, no quería joder la vida de tantas personas por un simple "". No soy tan cruel como para hacer eso. No soy capaz. La prometí que hablaría con él, así que me levante y empecé la busqueda. Después de recorrerme la casa de cabo a rabo, le encontré sentado en la buardilla con un cubata de la mano.

-Oye mira que..
-Cállate. ¿Sabes cómo está Claudia?
-No.. ¿Está bien?
-De puta madre.. sólo se ha puesto a llorar cuando me ha contado lo que ha pasado, nada más.
-Joder... Pero es que yo no puedo hacer nada.
-¿Por qué le has dicho que no?
- Porque estoy enamorado de tí.

El silencio invadió la buardilla. De nuevo me empezaron a temblar las piernas. Me senté a su lado con mayor delicadeza que los niños cuando cogen en brazos a un bebé. Él miraba fijamente al suelo. Le levante la cabeza poniendo mi dedo índice doblado debajo de su barbilla. Le miré fijamente a los ojos.

- No seas cobarde y dímelo mirándome a los ojos.
- Estoy enamorado de tí.

Mi corazón empezó a latir cada vez más rápido, no sabía que hacer. Miré al suelo.

-¿No quieres bajar para estar con todos?-le dije.
-Prefiero estar aquí, no quiero ver a Claudia y sentirme culpable de que esté destrozada.
-Es que es culpa tuya.
-En verdad, la culpa es tuya.
-¿Mía? Lo que me faltaba por oír.
-Sí, tuya. Por tener esos ojos negros y esa sonrisa que me alegra las mañanas. Por cada parte de tu cuerpo, por tu carácter y por todo. Por estoy enamorado de tí ¿recuerdas?

Tantas cosas románticas me estaban empalagando, me levanté y abandoné la buhardilla.

-¿A dónde vas?
-Me estás empalagando.

Me adelantó y se puso enfrente de la puerta evitando así que saliese. No era justo que la amistad y el amor se interpusieran a la vez en mi vida. Retrocedí al lugar donde me levanté y me senté de nuevo. Siguió mis pasos hasta donde me encontraba. Yo miraba al suelo, no quería verle la cara, lo único que quería era salir de esa incómoda situación. En el fondo yo también estaba enamorada de él, pero no quería admitirlo, quería que las cosas siguieran igual, no quería que nadie sufriera. Me alzó la cara poniendo su mano en mi mejilla. Nuestras miradas se entrecruzaron. se sentó a mi lado delicadamente mientras me miraba con sus penetrantes ojos..

domingo, 13 de marzo de 2011

Capítulo 6.- Él

Una vez más me levantaba de la cama, me duchaba, desayunaba y me arreglaba antes de ir al instituto. Llegué a clase y me quedé boquiabierta. Ahí estaba él, en el mismo sitio donde me pongo yo cada mañana a escuchar música. Giró la cabeza y pude comprobar que él también estaba escuchando música. No me voy a engañar, me piqué un poco. Le mandé que se quitara, ya que era la única parte de la rutina que realmente me gustaba. Me lanzó una mirada desafiante. Se la devolví y cuando me quería dar cuenta estábamos uno al frente del otro. Hot girl (R.I.O) empezó a sonar en nuestros oídos. Me empecé a quedar dormida y me pegó un toquecito en la nariz para despertarme. Sonreí. Sonrió. Empezaron a llegar los chicos de mi clase, con lo cual me puso su casco en la oreja que quedaba libre y se fue con ellos. Me quedé escuchando Line and Sinker (Billy Talent) mientras que los infantiles de los chicos gritaban en la clase. Y sonó de nuevo el timbre, de nuevo, se sentó a mi lado, de nuevo me sonrió otra vez, sí, de nuevo, se pasaron las dos primeras horas volando. Llegó el primer recreo y nos fuimos al fondo del patio para fumarnos un cigarrillo, todo el mundo que fuma va allí. Yo tenía razones, a la hora siguiente, tenía un examen y estaba muy nerviosa. Volví hacia el patio central muy relajada. Me fui a repasar. Y, otra vez, sonó el timbre. Fui rápidamente a por mi mochila y después, me fui al aula 39. Empecé el examen. Me quede en blanco. Mi mano ni si quiera me dejó contestar decentemente el espacio que ponía: “Nombre y apellidos.”Salí decepcionada de aquel examen, había contestado todo, pero seguramente que lo suspendiese porque había puesto tonterías. Llegué de nuevo a mi clase y rápidamente me pregunto que tal me había salido. Le respondí. Cuando me quise dar cuenta se pasó el día. Empezó a sonar mi móvil, en la pantalla ponía : Guillermo J llamando. Pulse el botón verde.

-¡Bichejo!
-¡Qué dices feo!
- ¿Qué tal la mañana? que hace un montón que no te veo.
-Pues como todas tío, con un examen que me ha salido como una chapuza.
-Tienes que estudiar más enana, que sino te veo repitiendo.
-No jodas colega, que sólo ha sido este examen.
-Eso espero, que sino te cojo de las orejas y te pongo firme.
-¿Perdón? ¿Tú a mi ponerme firme? Jajaja no me hagas reír Guillermo por favor…
-Que yo soy muy maduro joder, ¿no ves lo bien que me cuido?
-Si bueno, genial, así estoy yo ahora de la buena influencia que eres.
-Pues fíjate enana, que no he repetido ni un curso ahí donde me ves.
-Pero simplemente porque no te querían ver la cara ¿sabes?
-Jaja serás estúpida, que a mi me quieres hasta tú.
-Yo no te quiero nada de nada, otra cosa es que te tenga mucho cariño jaja

Se pasaron dos horas mientras hablabamos.

-Enana, vete a dormir, que es la una y mañana no rindes.
-Pues si que me voy a ir, pero tu también deberías irte, que tienes que estudiar más.
-Yo no estudio, yo duermo y luego pido apuntes.
-Lo mismo lo pruebo jajaja venga un beso feo.
-Un besillo enana.

Me dormí relajada aquella noche, lo único que veía eran ojos marrones y ojos azules.
Se cerraban y abrían, parecía que me hablaban intentaba sacar un mensaje, pero sólo veía ojos de sorpresa, podía ver perfectamente como eran los ojos cuando preguntabas ¿que pasa? Y que te claven un cuchillo al instante. Abrí los ojos. Comprobé que todavía eran las tres de la mañana. Cerré los ojos.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Capítulo 5- El nuevo.

Llegué al instituto a las ocho y diez de la mañana como de costumbre. No había llegado nadie. Subí la persiana y me senté en la mesa. Cerré los ojos mientras escuchaba  De paso (Sho-Hai). Me quede dormida en aquel pupitre verde y rayado, lo único que me hizo despertar fueron los gritos de las primeras personas que empezaron a llegar.
Sonó el timbre por primera vez aquella mañana. Miré el pupitre de al lado, me empezó a picar la nariz y a la vez a brillarme los ojos ya que Beatriz, aquella chica que se sentaba conmigo, no muy habladora, pero le había cogido un cierto cariño, se había ido a Noruega con su padre y no volvería a verla hasta el año que viene. Llegó nuestro profesor de biología. Venía con un chico nuevo. Se presentó, y por la edad que dijo que tenía, había repetido ya una vez. El chaval tenía un cierto encanto... moreno, ojos marrones, más o menos de un metro setenta y bastante de altura, tenía buen cuerpo, y la boca perfecta. Eché un vistazo a la clase y como podía comprobar, el único sitio que quedaba libre era el de Beatriz. Diego, el profesor de biología, le mandó sentarse a mi lado. Caminaba despacio y ruborizado. Me presenté. Sonrió. Sonreí. Una risita salió entre sus dientes. La clase comenzó y una notita de papel me rozaba el codo. La abrí. Era de él, no entendía lo que acababa de explicar Diego y le dije que después se lo explicaba.
Llegó la última hora y la profesora de inglés no vino. Me recordó la primera hora del día, la clase de biología, y se lo estuve explicando. No le costó mucho entenderlo así que terminamos pronto con la lección. Había hecho bastantes amigos para ser el primer día y a unas cuantas chicas les había enamorado su sonrisa y una de ellas era mi amiga Nagore. Estaba todo el rato hablando de él, hasta que la dije que parase, estaba harta de que no hubiese otro tema que “el chico nuevo”. Me fui a mi casa indignada. Me puse a escuchar música, una cosa que no es raro en mí, ya que no puedo vivir sin ella. Querida amiga  (El barrio) se podía escuchar en mis auriculares. Un mensaje me llegó al móvil. ¿A que no os adivináis de quién? Pues sí, era de él:

Ola! K abia de dbers? Me dio tu nº Carlos, espro k n t molst! Mñna ns bms 1bso!

Me costó un poquito descifrar el maldito mensaje pero al final le respondí que sólo había deberes de lengua. Gracias al mensaje hice los deberes, ya casi no me acordaba. Nagore me llamó justamente cuando me iba a meter a la ducha. Cerré el agua y me puse ha hablar con ella. Empezó otra vez ha hablar del chaval este no aguantaba ni una sola palabra más sobre él, con lo cual, apagué el teléfono y me metí a la ducha. Salí bastante relajada. No tenía ganas de cenar. No tenía ganas de hacer nada. Cogí y me metí en la cama.

<<Estaba en la cama. No me podía levantar me agité bruscamente, pero nada, parecía que me hubiesen pegado con super-glue a las malditas sábanas. De repente llaman al teléfono, las sábanas cedieron y me dejaron levantarme. Fui corriendo hacia el salón el teléfono aun estaba sonando. Lo cogí. Una voz grave empezó a cantarme una nana.
“Nana nanita nana nanita ella nanita ella
Mi niña tiene sueño bendito sea, bendito sea
Nana nanita nana nanita ella nanita ella
Mi niña tiene sueño bendito sea, bendito sea
Fuentecita que corre clara y sonora ruiseñor que en la selva
Cantando llora calla mientras la cuna se balancea
Nana nanita nana nanita ella nana nanita nana nanita ella la nanita ella, nanita ella
Mi niña tiene sueño bendito sea, bendito sea
Fuentecita que corre clara y sonora ruiseñor que en la selva
Cantando llora calla mientras la cuna se balancea
Nana nanita nana nanita ella…”
Mi corazón empezó a ir más rápido, mi respiración se agitaba cada vez más. Salí corriendo y ahí le vi otra vez, impidiéndome el paso en la puerta del salón. Cerró la puerta y quedé atrapada. Empecé a correr alrededor de la mesa el me seguía con algo en la mano, aunque no sabía lo que era. Yo le suplicaba que parase mientras que lloraba. Y perfectamente vi el revólver que me apuntaba a la cabeza y... PUM!

Me incorporé rápidamente encima de la cama. Estaba sudando. Volví a recostarme en la cama. Suspiré. No pude dormir en toda la noche. No conseguía conciliar de nuevo el sueño, así que, me empecé a leer “El violinista de Mauthasen” hasta que se hicieron de nuevo las siete de la mañana.

domingo, 27 de febrero de 2011

Capítulo 4- Visiones

Los días pasaban lentamente. Se me hacían eternos debido a la rutina y al sueño acumulado de todas las noches sin dormir por aquellas pesadillas que de vez en cuando, se repetían. Un día, en la clase de matemáticas, caí redonda al suelo. Cuando me desperté estaba en el baño del instituto con media sala de profesores a mí alrededor. Me incorporé hacia adelante para sentarme en el suelo mientras que miles de ¿Estás bien? me trituraban la cabeza.

-Dejadme sola por favor.
-Pero si te acabas de despertar, podría pasarte otra vez.
-Me refresco la nuca y listo.
-Está bien, pero vuelve a clase después de encontrarte mejor.

Por fin me dejaron sola. Me miré al espejo, estaba tan pálida como la nieve, unas ojeras que parecían berenjenas, y los pelos electrocutados. Presioné el grifo, y me incliné para beber agua y mojarme la cara. Cuando me levanté vi a aquel hombre que casi me atropella con el coche me giré sobresaltada pero ya no estaba. ¿Por qué la veía todos los días a todas horas? ¿Habría convertido aquella mañana en un trauma? No quería saberlo, simplemente coger aire y echarlo de la misma manera. Me incliné de nuevo para beber agua, de repente, una mano grande me tocó el hombro. Giré rápidamente la cabeza  para ver quien era. Resoplé al comprobar que era un amigo mío preguntándome qué me había pasado. Estuvimos charlando un rato y cuando sonó el timbre me despedí de él, cogí mi mochila y me fui a la siguiente clase. Llegué al pasillo de la aula 39. Un agudo chillido se me clavó en mi oído haciéndome guiñar un ojo para expresar mi incomodidad. Era Laura, una de mis amigas, me miró de arriba abajo y me recordó el mal aspecto que tenía, era su don el de decir las cosas que le pasaban por la mente. Seguidamente se acercó Claudia, era una de mis mejores amigas hasta que se separó de nosotras por tenerse que ir con su padre un trimestre entero, grité con alegría al verla de nuevo en el instituto. También me preguntó que qué tal estaba y me dejo el peine socorrido que siempre llevaba en la mochila y una goma de pelo de su muñeca. Se me pasó volando la clase de sociales, ya que teníamos un examen y terminé tres minutos antes de que sonara de nuevo el timbre para irnos a casa. Llegué a casa y me senté a comer, bueno a comer no, simplemente rechacé las alubias que estaba encima de la mesa. Mi madre se fue a Valladolid, tenía que comprar un no sé que para mi primo. Me encerré en mi habitación, volumen y me encendí un cigarro al lado de la ventana abierta de mi cuarto escuchando esta vez a todo volumen  Lo nuestro (Fondo flamenco)
Cada calada que daba era simplemente para olvidar lo que había visto esta mañana en el espejo del cuarto de baño del instituto, esa cara tan peculiar y esa voz tan grave las tenía grabadas en la cabeza de tal manera que incluso veía visiones. Me froté los ojos, cerré la ventana y miré i cuarto de izquierda a derecha. Terminé los deberes, me tumbé en la cama y miré detenidamente al techo. Me metí a la ducha, se me estaban pasando demasiados pensamientos como para seguir ahí, mirándolo sin hacer nada. El agua caliente relajaba mi cuerpo después de un día tan intenso. Eso era lo único que me apetecía, relajarme y dormir bien, aunque eso era difícil teniendo las pesadillas que tenía todas las malditas noches. No me arreglé el pelo, simplemente me lo sequé sin tener cuidado en como me quedaba, total, con un simple recogido se podía disimular perfectamente. Intenté hacer la cena, pero se me quemó la sartén y los filetes, me puse histérica cuando vi que empezó a salir fuego de la sartén así que cogí un vaso lo llené de agua y lo volqué encima, aunque lo suyo hubiese sido echar un paño por encima. Aquel día me acosté reventada, sin cenar, con las ojeras marcadas y una cara de pocos amigos.

viernes, 25 de febrero de 2011

Capítulo 3- Noches eternas

No pude dormir y en la calle hacía buena temperatura, con lo cual, cogí una manta por si me entraba frío y me salí al patio, pasando previamente por la cocina para coger una lata de cerveza. Cogí mis auriculares y mi mp4. Esta vez sonaba When you're gone (Avril Lavigne) No sabía exactamente por qué, pero mientras miraba las estrellas de aquella noche tan bonita, en la que no había ni una sola nube, tan sólo oscuridad y estrellas, me sentía identificada con esa canción. Todo lo que tube que sufrir el año pasado, todas aquellas palabras o míseras frases que hacen sentirse a cualquiera como si no fuese nada, como si no hubiese pasado nada malo si no hubieras nacido, de ese tipo de palabras que tube más que de sobra el año pasado, tal vez por eso me sentía identificada, o tal vez porque me creía estar en el video clip de esa misma canción. Di un trago a la cerveza, paso una canción, otra, otra, y otra, y así hasta aparecer el alba, viendo cada pequeño pasito que daba el Sol hasta ese cierto punto que me pareció que me guiñaba un ojo. Me levanté de las escaleras del patio, tenía el culo dormido, supongo que sería de estar toda la noche sentada en el mismo sitio sin inmutarme. Me di cuenta de que era viernes entonces hice todo con más ganas. Me quería relajar, pero no podía hasta el segundo recreo, ya que tenía las cuatro primeras horas exámenes. Ya llevaba dos días sin morderme las uñas, así que, lo poco blanco que tenía lo recorté con los paletos. Quedé con mis amigas para salir por la tarde y aunque sea siempre lo mismo, me ayuda a despejarme de los estudios y esta es la rutina: Litrona y acera, sí, una simple litrona de cerveza con la que pasabamos toda una tarde con ella de la mano, hablando tranquilamente y luego, irnos a casa. Las típicas noches de los viernes son: conectarse al tuenti y sólo leer -Pero,¿por qué no sales por la noche? - te dicen. -No me apetece, aparte estoy castigada. -Esa es la respuesta de los viernes por la noche. Me fui a dormir, la televisión me estaba atontando mientras que estaba tumbada en el sofá. Subí las escaleras y escuché la voz grave de aquel hombre que casi me atropella con el coche aquella mañana de un miércoles. Miré hacia atrás rapidamente, pero sólo veía la oscuridad que dejaba atrás al apagar la luz del salón. Me giré, pegué un salto tremendo al ver a mi padre delante de mi diciendo me que fuera a la cama, que ya era muy tarde. Me tumbe y cerré los ojos.

<<Abrí los ojos, me situaba en una habitación muy simple, paredes blancas, parecía que tenían placas acolchadas, como las de los manicomios, pero esta habitación no tenía puerta, no tenía salida, creo que ni siquiera tenía un agujero para los cables de la lámpara fluorescente que estaba justo en el medio de esa habitación, de repente escuché un ruido, se calló unos trozos de la pared, mi corazón empezó a latir cada vez más rápido. Las paredes de aquella habitación se empezaron a mover milímetro a milímetro. Me puse histérica, empecé a moverme rápidamente buscando una salida, las lágrimas se me saltaban de los ojos al verme atrapada en una sala y cara a cara frente a la muerte. Había 10 cm. desde mi cadera derecha hacia las paredes empecé a moverme hacia la izquierda. De repente se paró, suspiré como nunca, caí rendida al suelo, a los tres minutos se empezó a mover la pared de la izquierda, mi corazón ya no podía más, me iba a estallar el pecho de tal angustía que tenía en el cuerpo. Intenté escapar trepando, pero las paredes resvalaban. Cerré los ojos y grité como una loca mientras las paredes me rompían todos los huesos>>

Me desperté sudando de aquella maldita pesadilla, cogí el móvil, miré la hora, todavían marcaban las cuatro de la mañana, resoplé y dejé caer todo mi cuerpo encima de la almohada. Cerré de nuevo los ojos, pidiendo a Dios, o lo que sea que haya ahí arriba, que me dejara dormir aquella noche en paz o por lo menos lo que quedaba de ella. Estaba harta de no poder dormir nunca por las malditas pesadillas que tenía todas las noches, siempre diferentes, creo que mi imaginación no tiene límites en estas formas de sufrir por inercia o tal vez sólo esté delirando, es muy tarde como para pensar.