martes, 24 de enero de 2012

Capítulo 18.- Tierras alemanas (PARTE III)

En el primer mensaje ponía:
Creo que tenemos que hablar de lo del otro día. Me pasé, aun que fue una tontería, o al menos, eso creo. Te quiero. 


Desde que conocí a mi nuevo amigo, ni me acordaba de la bronca que tuvimos, total, no fue tan importante, aun que si que me sentó bastante mal que ni quisiera acompañarme y que encima me restregará cosas que no tenían nada que ver, ni siquiera le había conocido todavía. En el segundo mensaje ponía:
Me quieres contestar de una vez? Necesito hablar contigo, te echo mucho de menos. Llámame, te quiero.


Cada mensaje que pasaba, estaba más furioso, pero en ninguno lo quería dejar, es más, insistía cada vez más
en hablar conmigo. Después de leer de todo en diez sms, una larga lista de llamadas perdidas aturdía mi vista. Le respondí con un breve mensaje que ponía lo justo y necesario:
Que te quede claro a ti, estoy de viaje, y ya que no has querido venir conmigo, déjame disfrutar.


Después de enviar el mensaje, me senté en la cama. Solté un suspiro. Mire al móvil y pensé: ¿Por qué no llamarle para tomar algo? Busqué su nombre en la guía. Me lo pensé por un instante si llamarle o no, pero pensé "échale huevos". Así que le llamé. Me dijo que vendría a buscarme.
Al cabo de veinte minutos, ya estaba allí, dispuesto a tomarse un café, o lo que fuese. Nos fuimos a un pequeño Pub que estaba a unas cuantas manzanas de mi hotel. Esta vez, nos tomamos un café. Mientras que andábamos, le fui contando todo lo que me puso mi novio en los mensajes. A cada uno que pasaba se iba quedando más asombrado por alguna que otra burrada que me había puesto. Me aconsejó "mandarle a freír esparragos", la verdad, estaba bastante confusa. Mientras nos tomábamos ese café, le conté todos los acontecimientos que habían ocurrido en estos tres últimos meses. Él al menos, parecía que me escuchaba. Después de contarle toda mi historia desde que empezó el curso, él siguió con la historia de su vida. Me dijo que también tuvo una novia hace poco tiempo, y que lo dejaron aun que él no sabía muy bien por qué, a continuación, me dijo que estaba estudiando el primer año de una ingeniería aeronáutica. Me sorprendí al ver que me llevaba dos años, como mucho le habría echado mi edad.
-¿Te puedo preguntar algo?
-Sorpréndeme.
-¿Eres feliz?- me quedé un poco anonadada por la pregunta.
-Define el término felicidad.- Miró al móvil durante un momento hasta que dijo:
-Satisfacción, gusto, estado de ánimo que se complace al poseer un bien.-Me sacó una sonrisa a pesar de que no me agradaba mucho la pregunta que me hizo. ¿De verdad era feliz o sólo me lo intentaba creer? En cuanto me hice esa pregunta a mi misma agaché la cabeza.
-No lo sé, no me lo he planteado hasta hoy.
-¿Y cuando pensabas planteártelo?- Cada frase que soltaba por esa boca, era como un pequeño pellizco en el corazón.
-No creía que era necesario hacer balance sobre las gracias y desgracias de alguien, con eso lo único que puedes conseguir es estar baja de ánimos.- Miró a su café, como si estuviese arrepentido de lo que había dicho. En ese momento reflexioné, lo único que había hecho al irme de España fue huir de mis problemas, para creer que lo malo ya había pasado, aun que en el fondo sabía que me quedaba muchos problemas y sufrimientos por delante.
Al cabo de otros tres cafés y una larga charla con él, decidí dejarle solo. Aun que estaba lloviendo, quería dar un paseo, sola, sin que nadie intercediera en mis pensamientos. Necesitaba pensar. Empecé a pensar en todo treinta y dos mil veces por segundo y lo único que me vino a la cara fueron las lágrimas que recorrían mi cara rápidamente con la ayuda de las gotas de agua que caían del cielo. Empecé a acelerar el paso hasta acabar corriendo. Terminé sentada en un tronco y llorando. En el fondo, quería a mi novio y había luchado y sufrido mucho por él, por todo ello, no merecía la pena dejar escapar a alguien que me quiere y que quiero. Después de aclararme todas las ideas tenía una respuesta a aquellar pregunta que me había rondado durante toda la noche: "Debería ser feliz por todo lo que tengo, pero no lo soy." Necesitaba nuevas experiencias o emociones, no tanta rutina. 
Al acabar mis reflexiones, intenté encontrar el camino hasta mi hotel aun que tuve que utilizar mis escasos conocimientos de alemán para conseguirlo. Cuando llegué al hotel, eran las cinco de la mañana y no tenía sueño. Intenté hacer algo de provecho que me distrajese y  sacar algo de provecho de ello, como repasar apuntes, leer, escuchar música hasta que se llegase la hora de arreglarse para salir a conocer un poco más de Alemania. No lo conseguí. Estuve dando vueltas a la habitación durante dos horas sin conseguir hacer nada. Cuando se llegaron las 8, empecé ha arreglarme.

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