lunes, 28 de marzo de 2011

Capítulo 10.- Amor

Llegó el día, el día en el que estaba decidida a que todo saliese bien con él, a que se arreglara todo y estar bien con todo el mundo. Ya no me importaban los demás, el amor puede con todo, es algo que aprendí cuando lo conocí, aprendí a saber lo que es estar enamorado, a no saber estar sin esa persona que te ha enseñado a amar. Me puse guapa, pero a la vez sencilla, era una fiesta informal para pasarlo bien, con bebida y sin padres controlándonos. Llegué a casa de Raúl más o menos a la hora de todo el mundo. Me cogí una botella de Ron Barceló  me subí a la tercera planta y me metí en la segunda habitación. Me llené medio cubata y me lo tomé in respirar. No era un intento de coma etílico, era para relajarme y ya que estaba, me encendí un cigarro. Se pasó media hora y nadie había abierto la puerta todavía. La botella ya estaba por la mitad, a la cajetilla de tabaco le sobraban sólo 5 cigarros contando el que me estaba fumando. Me cansé de esperar. Estaba decepcionada, cómo una persona te podría haber expresado sus sentimientos de una forma tan sencilla, como si no le costase si quiera y que a los dos días siguientes ni se acuerde de ti, ni de que existes, ni de nada.
Bajé las escaleras y ahí estaba el subiendo en frente de mi. Me quedé quieta en la décima escalera contando desde arriba. El subía rápido.

-Lo siento tía, acabo de llegar. ¿Vamos?
-No pasa nada.- Le dediqué una sonrisa.- Venga, vamos.
Llegamos a la habitación y le explique todo lo que me había pasado, todo lo que sentía por él, que algo en la cabeza me aturdía durante todo el día si no le tenía a mi lado. Me miró entusiasmado. Me senté a su lado. Me miro desde la barbilla hasta la frente separándome a la vez un mechón de cabello largo y moreno que tenía en la cara. Se acercó poco a poco hacia mí. Sí, puede sonar demasiado empalagoso, romántico y cursi pero cuando al final nuestros labios se empezaron a besar y nuestras lenguas a enredar, me sentí la chica más feliz del mundo. Estuvimos juntos durante dos horas, dos horas que se me habían pasado como dos míseros minutos.

-Me voy a ir a casa, le dije a mi madre que estaría sobre y media.
-Vale. ¿Te quedas en vacaciones?
-Sí, te llamo mañana, ¿vale?
-Vale.- Le dediqué de nuevo una sonrisa.
Bajamos juntos hasta la puerta y ahí, delante de todo el mundo, me plantó un beso de despedida. Los típicos silbidos de cuando alguien se besa retumbaban en la casa. Me empecé a reír entre dientes. Él salió por la puerta y yo me quedé bailando con toda la gente. Vi a Pablo y empezamos ha hablar.

-Como aprovechamos el tiempo enana.
-Sólo recuperaba todo el tiempo que había perdido.
-Oye, no sabrás dónde está una botella de Ron Barceló.
-Me la bebí yo antes.
-No creo que te la hayas bebido entera.
-No, sólo la mitad.
-¿Y qué has hecho con lo que quedaba?
-Se la ha bebido él.
-¿Quién el churri?
-Sí.
De repente la puerta se abrió. Apareció una figura alta morena. Sí, era él. Vinó y me besó otra vez.
-¿No puedes vivir sin mi o qué?- Me reí entre dientes.
-¿Todavía lo dudas? -Sacó esa sonrisa que tanto me gusta.

Nos giramos a la vez al ver que el anfitrión de la fiesta anunciaba que había karaoke. A nosotros no nos gustaba cantar con lo cual, nos salimos al patio a tumbarnos en el césped y a observar las estrellas.
-Yo no sé que le ve de romántico la gente a esto.
-No sé tía, yo tampoco le veo ningún sentido.
-Encima me tengo que ir a casa ya…
-Pues te acompaño que sabes que me pilla de paso.

Me acompañó hasta casa y me dio de nuevo un beso de despedida, este último, con más entusiasmo. Llegué a mi cuarto y suspiré. Pero esta vez era diferente, no era de amargura, sino de felicidad, felicidad a saber que algo me ha salido bien. Me puse el pijama y me acosté.

1 comentario:

  1. Bueno, como buena seguidora de este relato, le ddedico este capítulo a Eva. Que siempre espera un próximo capítulo. :)

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